Philippe-Auguste Salnave: Cinco mujeres |
- los hombres han nacido libres, ¿por qué todas las mujeres han nacido esclavas? [1]
- La autoridad es algo masculino; se trata de una frase que se entiende por sí sola.[2]
- Yo declino el honor de ser un ángel. [3]
Sin embargo, la misoginia no era un invento del franquismo, sino que venía de una larga tradición que se reflejaba tanto en la alta cultura como en las expresiones más populares. Desde Aristóteles a Freud, la consideración hacia la condición femenina se ha basado en la pasividad atribuida a la diferencia entre el semen masculino y la sangre menstrual femenina (es el hombre quien, a través del esperma, transforma la materia femenina en una nueva vida). No es extraño, pues, que se pensara que la mujer era un ser sin alma y que Freud hablara de envidia del pene y de histeria femenina, cuestión esta última que ya se trataba en 1486 en el Malleus maleficarum a propósito de las brujas y de las epidemias de histeria (una forma como otra de controlar y someter a la población femenina más díscola, como bien sabían los de la Inquisición). Los padres de la Iglesia ya habían culpado a la mujer de todas las miserias humanas, partiendo de la figura de Eva como principal causante del pecado original. Santo Tomás de Aquino hacía referencia a la condición femenina aludiendo a un "hombre imperfecto", mientra que Tertuliano veía a la mujer como "la puerta del diablo". Más adelante, justo en los inicios del Renacimiento, una serie de opúsculos todavía debatían sobre si las mujeres eran o no seres humanos.
Cuando algunas pensadoras medievales y protofeministas como Christine de Pisan (autora de La ciudad de las mujeres) se atrevieron a aportar un punto de vista diferente al imperante con respecto al debate en torno a los sexos (que no es cosa tan reciente como se pueda pensar a simple vista), las burlas y las respuestas encolerizadas no tardaron en aparecer. Más o menos de esta época son las diatribas que Alfonso Martínez de Toledo soltaba en Arcipreste de Talavera o Corbacho: una reprobación del amor carnal en beneficio del amor divino y una catalogación de los defectos físicos y morales que caracterizaban a las mujeres. Aunque por aquel entonces también hubo quien hizo una defensa de la condición femenina, como el barcelonés Bernat Metge en Lo Somni, siglos después, en pleno siglo XVII, autores como Molière en Les femmes savantes se mofaban de las mujeres cuya pretensión era obtener un barniz cultural que, atendiendo a los parámetros de la época, no hacía más que estorbarles.
En la España del siglo XIX empezaron a publicarse los primeros libros que versaban sobre la educación de las niñas de la pequeña burguesía (anteriormente había habido otros exclusivamente para las de la nobleza; a las que pertenecían a las clases populares, aun les quedaba un largo camino por recorrer). Pese a las reservas que provocaba el acceso de la mujer a la cultura, este fue un primer paso que, no obstante, tampoco tuvo la capacidad de corregir el analfabetismo endémico de un país en el que a mitad de siglo solo sabía leer un 14% de la población femenina. La Ley de Instrucción Pública de 1857, conocida como la Ley Moyano, permitía (es decir, toleraba pero no obligaba, como sí hacía con la población masculina) la creación de escuelas femeninas donde la instrucción podía ser "incompleta"; es decir, se aprendía lectura, pero no necesariamente escritura o cálculo. En lo que sí se insistía era en las materias "propias del sexo" relacionadas con el ámbito doméstico, los
Desde las primeras manifestaciones literarias occidentales, la misoginia se ha manifestado como un intento de eliminar y estigmatizar cualquier rastro de poder femenino. Hasta tal punto que el Derecho Canónico permitía el castigo físico del marido hacia la mujer, aspecto que refuerza la idea de superioridad moral al tiempo que constata que la única cosmovisión posible tenía que pasar necesariamente por el patrón masculino (en realidad, la religión funcionaba como una proyección que iba de Dios al hombre, excluyendo a la mujer por considerarla inferior desde el punto de vista biológico).
Lilith. Canyon Cox |
En un Midràs del siglo XII que glosaba el Talmud, hay una referencia a Lilith como la primera compañera de Adán (este personaje femenino responde a la adaptación de un mito de origen asirio-babilónico que derivó hacia la figura de una diablesa que atacaba a los hombres mientras dormían). Se la representa como una serpiente, diosa de la fecundidad en la cultura asiria, y que posteriormente, entre los hebraicos, adquiere connotaciones negativas. Este es el motivo por el que a Lilith se la llama "la ramera" y "la perversa": por ser la rebelde que se enfrenta, no solo al poder del macho, sino incluso al de una deidad que también presenta rasgos viriles (no en vano el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y la creación de la mujer pasa forzosamente por el costillar del varón). Así pues, Lilith arrastra la etiqueta de seductora y maligna, de enemiga de la maternidad y de los recién nacidos, a los que ahogaba nada más asomaban por este mundo. Una imagen radicalmente opuesta a la de la madre de la humanidad encarnada por Eva y, en mayor medida, por María: virgen y madre a la vez, mito de la pureza por excelencia.
Erich Glas. Woman And Devil, grabado de 1921
Eva. A. Dürer |
La iconografía femenina a lo largo de la historia ha ido fijando determinados modelos femeninos, ya sea por identificación o por rechazo, vigentes aun en el imaginario colectivo, pese al cambio de mentalidad. Hablábamos de la imagen virginal de María, figura semidivina y madre del Mesías, y de Eva, madre de la humanidad y, por tanto, generadora de pecado. Ambas, con diferente grado de perfección, ejemplifican el mito de la esposa y madre al que se contrapone el de la maldad intrínseca de Lilith, que representaría el mito de la devoradora de hombres: una femme fatale avant la lettre. En esta misma categoría también cabría englobar a la figura bíblica de la Magdalena (María de Magdala), personaje al que, a fin de no tener que considerar como uno más de los apóstoles de Jesús, se ha tildado de prostituta (aunque eso sí, arrepentida). En al menos dos textos gnósticos coptos se habla de una mujer muy cercana a Jesús de Nazaret, que algunos estudiosos han identificado con ella, aunque hay otros que no apoyan esta teoría. En cualquier caso, una proximidad incómoda para el cristianismo occidental, que no podía permitir un estatus igualitario entre los dos sexos ni podía aceptar tampoco que una mujer ocupara tan alto rango en la jerarquía cristiana. De este modo, y a pesar de ser una santa muy venerada por el Catolicismo, siempre se resalta la vida disoluta de María de Magdala antes de abrazar la fe de Cristo (propiciando, por cierto, alguna confusión identitaria con otra figura que también repite el esquema prostituta/santa: María Egipcíaca).
Y entre los dos polos opuestos: la virgen-madre por una parte y la puta por otra, se ha ido tejiendo la representación de lo femenino, presente en la cultura popular española del siglo XX en forma de coplas que no dejan demasiado margen acerca de la adscripción prototípica de la mujer a uno u otro bando. O la madre sacrificada y llena de virtudes a ojos del hijo -una sublimación de lo virginal-, o la que vende su cuerpo a cambio de dinero, refugio y protección. El amor edípico manifestado en la Glosa a la soleá (a una mare no se encuentra y a ti te encontré en la calle) que cantaba Pepe Pinto, pertenecería, sin duda, a la primera categoría. Y formaría parte de la segunda aquella Bien pagá de Miguel de Molina que, según decía una de las versiones, a mí me fuiste entregá por un puñao de parné, y según decía otra: a mí te supiste dar por un puñao de parné. Una diferencia semántica nada despreciable que nos da la medida que separa la prostitución obligada, que convertía al narrador en un proxeneta, de la más o menos voluntaria, que le concedía a ella una cierta categoría de geisha hispánica, reforzada por ese "te supiste dar" tan elocuente y enfático.
En la Alemania nazi, después del período de riqueza cultural de la República de Weimar, época denostada entre otras cosas por las escasas uniones matrimoniales y los pocos nacimientos que hubo, se fomentó la idea de "darle hijos al Führer", y además de restringir el uso de anticonceptivos y de prohibir el aborto (excepto entre las judías), se instauró para las mujeres la política de la triple K: kinder küche, kirche (niños, cocina, iglesia). De este modo se reducían considerablemente los espacios por donde podían transitar, relegando a una gran parte de la población femenina alemana a la intimidad del hogar y conviertiéndola en una máquina de parir. Algo parecido sucedió en España cuando, de la mano de la Sección Femenina de Falange, Pilar Primo de Rivera conminaba a las mujeres a permanecer confinadas en casa, al tiempo que se educaba a las nuevas generaciones para ocupar una posición subordinada con respecto a la superioridad masculina.
La España de Franco, a diferencia de la Alemania de Hitler, mucho más dada a la carnalidad, sumaba a este despropósito la tradición clerical del olor a rancio y sacristía que ya venía de siglos y que suponía la destrucción de los avances sociales conseguidos durante los años de la República. Así, durante la época franquista, la mujer solo era responsable de atender las labores de la casa, al marido y a los hijos, quedando imposibilitada para decisiones importantes, aunque de ellas dependiera su bienestar y cualquier giro que quisiera dar a su vida. No podía, por ejemplo, abrir una cuenta bancaria a su nombre ni viajar sin la autorización marital o paterna. Y encima, con la amenaza de ingresar en prisión en caso de abandonar el hogar, fueran cuales fueran las circunstancias, o de ser acusada de adulterio que, recordamos, solo era delito si lo cometía una mujer.
La Sección Femenina creó un imaginario entre cursi y espartano, entre clerical y militar, que con ñoñeces escritas e ilustradas como las siguientes, iba minando de forma inevitable cualquier rastro de espíritu crítico mientras contribuía a fijar unos estereotipos femeninos que permanecieron en la cotidianeidad de un montón de mujeres durante generaciones:
"No hay que ser nunca una niña empachada de libros, que no sabe hablar de otra cosa...; no hay que ser una intelectual" [5]
"En los Campamentos hay prohibición absoluta de toda canción que tenga forma de cuplé, la decadencia más manifiesta del gusto musical, que por tener una letra, la mayoría de las veces inmoral, perjudica o podría perjudicar la formación espiritual de nuestras acampadas. Por el contrario, nuestras canciones regionales son un reflejo de nuestra raza. Oyendo cantar una jota se ve reflejado el ímpetu del alma aragonesa, pues en sus acordes recordamos las canciones guerreras, mientras que en una muñeira vemos impresa la nostalgia de la tierra gallega y la dulzura del paisaje". [6]
"- ¿Qué misión fundamental tiene ahora la Sección Femenina? - La de formar a todas sus afiliadas dentro de la moral falangista. - Qué quiere decir eso? - Darles un modo de ver que las haga capaces de servir con eficacia los destinos de la Patria. - Pues eso de servir a la Patria, ¿no es cosa de hombres? - De hombres y de mujeres, sólo que de distinta manera. - ¿Cómo sirven los hombres? - Con las ideas, el valor, las conquistas y llevando la dirección de la Política. - ¿Y las mujeres? - Preparándose para fundar familias donde se formen las nuevas generaciones." [7]
(...) este estatuto más avanzado de la mujer catalana, frente a Castilla, es el resultado de una condición objetiva: "el derecho consuetudinario se hallaba abierto a las transformaciones sociales". A ello conviene añadir que Almodis procedía de Occitania donde, al igual que en Provenza, la mujer domina poseía capacidad para asumir decisiones propias y el amor se entendía como un sentimiento de libre elección. [9]
Malleus Maleficarum o Martillo de les brujas |
¿Y ahora?... Parece, echando la vista atrás, que ya está todo conseguido: la mujer ha adquirido independencia económica, el matrimonio ya no es la única opción factible, las relaciones homosexuales se han legalizado. Sí, es cierto que algunas cosas han cambiado, pero la violencia doméstica continúa sumando mujeres muertas año tras año, los salarios siguen sin equipararse y aun podemos encontrar ciertos vestigios del pasado en las relaciones de pareja. Si escuchamos, por ejemplo, la letra de cualquier canción de moda que haga referencia a las relaciones amorosas, observaremos que hay tópicos que siguen funcionando. Por no hablar de las películas para y sobre adolescentes que, por más que muestren a chicas de lo más liberadas sexualmente, tarde o temprano acaban mostrando la trampa sexista más o menos disfrazada de modernidad.
Emmanuel Bossuet |
Una de las cosas que más me molestan a este respecto es esa especie de feminismo impostado que ridiculiza a los hombres haciéndolos parecer monigotes a los que las mujeres miran con una expresión entre maternal y condescendiente. Son actitudes que en el fondo denotan un conformismo atroz con las ruedas de molino que el establishment quiere hacernos tragar, que la publicidad se encarga de administrar en dosis convenientes y que ciertas mujeres siguen y aplauden como una forma de feminismo retrógrado. Las mismas mujeres que después de dar por hecho que nosotras somos más listas que ellos, no dudan en perpetuar tópicos como que en el ámbito laboral una congénere siempre es peor jefe que un hombre o que, en general, ellos son más nobles de carácter porque la natural condición femenina nos convierte a todas en unas víboras (¿reminiscencias de la serpiente responsable de la expulsión de Adán y Eva del paraíso?)... Sin que falte tampoco el socorrido insulto, todavía más sangrante si lo profiere una mujer para dedicárselo a otra que no se comporta según establece la norma: el contundente y ofensivo ¡puta! de toda la vida.
Es moneda corriente en nuestros días la comparación entre la libertad que goza la mujer occidental y el proverbial sometimiento que sufre la musulmana. Y aunque es evidente que esta afirmación encierra una gran verdad, no hay que olvidar que a veces las apariencias engañan, y que en estas cuestiones hay que hilar muy fino. Para empezar, y por seguir con el tema religioso, no olvidemos que también las monjas católicas se cubren la cabeza. Además, aunque las mujeres occidentales no llevemos hijab ni burqa y tampoco nos lapiden, llevamos a cuestas la dictadura de la belleza y de la juventud eterna, lo cual no deja de ser una forma de control sobre nuestros cuerpos y mentes, amén de una muestra más del sempiterno deseo de complacer que se nos supone. Y conste que no estoy -ni muchísimo menos- en contra de la estética y del cuidado del físico, sino más bien de la imposición de un determinado modelo de mujer que nos acaba unificando a todas en una imagen falsa y estereotipada, a mayor gloria de los sectores de la moda, la cosmética, la cirugía y la poderosa industria farmacéutica.
Si no se pone límite a estos gurus que, en buena medida, nos sojuzgan y establecen las pautas de la feminidad en nuestra sociedad occidental, serán imparables enfermedades como la anorexia y la bulimia que, hoy por hoy, afectan principalmente a las mujeres y, en especial, a las más jóvenes.
Estamos en un momento en que la apariencia lo es todo y no gusta demasiado bucear entre las profundidades que nos enfrenten a nuestras contradicciones personales y sociales. Dicho de otro modo: es necesario que todo cambie para que todo continúe igual.
Ilustración para Las mil y una noches |
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NOTAS:
[1] Astell, Mary, 1706. Recogido en: Bock, Gisela. La mujer en la historia de Europa. (Traducción: Teófilo de Lozoya). Crítica, 1993. Pág. 40.
[2] Von Treitschke, Heinrich. Politik. Vorlesungwen, vol. I, Leipzig 1897. Recogido en: Bock, Gisela. Op. cit. Pág. 150.
[3] Deraismes, Maria. Eve dans l'humanité (1868), ed. Laurence Klejman. París 1900. Pàg. 37. Recogido en: Bock, Gisela. Op. cit. Pág. 112
[4] Auxilio Social: Normas y orientaciones para delegados provinciales II Congreso nacional, Valladolid 1938, pàg. 324. Citado en: Jarné, Antonieta. La Secció Femenina a Lleida.Pagès editors, 1991. Pág. 43.
[5] Sección Femenina. El libro de las Margaritas, 1940. Citado en: Otero, Luis. La sección femenina. Edaf, 1999. Pág. 91.
[6] Revista Mundos del Frente de Juventudes. Marzo 1940. Citado en: Otero, Luis, op. cit. Pág. 213.
[7] Sección Femenina. Enciclopedia elemental, 1957. Citado en: Otero, Luis, op. cit. Pág. 34.
[8] Núñez Rodríguez, Manuel. Casa, calle, convento. Iconografía de la mujer bajomedieval. Capítol II: Iconografia de la mujer en el giro de la iglesia de los mártires. Universidade de Santiago de Compostela, 1999. Págs. 50-60.
[9] Núñez Rodríguez, Manuel, op. cit. Pág. 54.
[10] Platero Méndez, Raquel. Hablando del ‘cuerpo del delito’: la represión franquista y la masculinidad femenina.
BIBLIOGRAFÍA:
- Núñez Rodríguez, Manuel. Casa, calle, convento. Iconografia de la mujer bajomedieval. Universidade de Santiago de Compostela, 1997.
- Bock, Gisela. La mujer en la historia de Europa. (Traducción de Teófilo de Lozoya). Crítica, 1993.
- VV.AA. Historia de la misoginia. Anthropos. Universitat de les Illes Balears, 1999.
- Bornay, Erika. Las hijas de Lilith. Ensayos Arte Cátedra, 1998.
- Marmori, Giancarlo. Iconografía femenina y publicidad. (Versión castellana de Carlos Gómez González). Gustavo Gili S.A., 1977.
- Mernissi, Fatema. L'harem occidental. (Traducción de Lídia Fernàndez Torrell). Edicions 62, 2001.
- Gomis i Mestre, Cels. La bruixa catalana. Altafulla, 1987.
- Sopeña Monsalve, Andrés. La morena de la copla. Crítica. Grijalbo Mondadori, 1996.
- Escolano, Agustín. El Pensil de las niñas. Edaf, 2001.
- Moia, Martha I. El no de las niñas. Feminario antropológico. LaSal edicions de les dones, 1981.
- Von Thadden, Wiebke. Una hija no es un hijo. Historia de las niñas desde la Antigüedad hasta nuestros días. (Traducció de Mireia Bofill Abelló). Muchnick, 2001.
- Jarné, Antonieta. La Secció Femenina a Lleida. Pagès editors, 1991.
- Otero, Luis. La Sección Femenina. Edaf, 1999.
- González Muela, J. Edició, introducción y notas. Alfonso Martínez de Toledo. Arcipreste de Talavera o Corbacho. Clásicos Castalia, 1982.
- Edwards, Kassey. Passing on body hatred. El mismo artícula, traducido al castellano: Cómo transmitir el odio al cuerpo.
- Blog Bereshit: La deshumanització de Maria
- Blog Bereshit: Fills de Déu
- Blog Bereshit: Biblioteques per dins [13]
- García, Carolina. El feminismo en la sociedad china a lo largo de la historia. Blog Sociólogos, 28-10-14.
BIBLIOGRAFÍA AÑADIDA A POSTERIORI:
- Diario Público. Entrevista: Silvia Federici y la caza de brujas. Septiembre de 2013.
Fíjate, que al ver la entrada me dije ¡Qué larga! Me buscaré un ratito tranquilo para leerla...
ResponderEliminarAhora, al acabar, me he quedado como cortado...
Hubiera seguido leyendo bien a gusto tus ideas sobre las apariencias, el poder de la imagen, la batalla superficie-profundidad...
claro, que tiempo habrá. Gracias por compartir con nosotros, Síc.
Tiempo habrá, sí. Por desgracia, todo apunta en la misma dirección, sin apenas desvíos. Fíjate, si no, en las noticias. En todas: las más trágicas y también las más superficiales.
EliminarEs un excelente trabajo, Sícoris, que además de ser muy interesante y hacerme recordar lo que se relaciona con la época vivida, entra por los ojos, por lo trabajado que está y lo bello que resulta de ver. Confieso cierta envidia si lo comparo con mis blogs, pero tu buen hacer es un estímulo.
ResponderEliminarTe lo agradezco mucho, Eugenio. Me alegra que mi trabajo sirva para algo, aunque no estoy en absoluto de acuerdo con lo de la envidia porque todo es relativo. A mí, por ejemplo, me maravilla tu erudición sobre el Hollywood clásico y la forma tan personal y crítica con que plasmas esos conocimientos.
EliminarComo ya te comenté en su momento, nos ofreces un lúcido y bien documentado paseo por la historia de la discriminación de la mujer desde los tiempos en que la Lilith bíblica perdió toda posibilidad de reinar en el Cielo, hasta nuestros días. Muchas cosas han cambiado, pero dan miedo los estallidos de violencia en nuestra sociedad, señal de que hay personas que viven al margen de la sociedad y de sus leyes o que la enfermedad es crónica. Hay que seguir hablando de ello y deshaciendo tópicos, y hablar menos de estadísticas de muertes por violencia.
ResponderEliminarGracias por los enlaces a mi blog.
Gracias, Enric. Las estadísticas solo son datos fríos que recogen casos de denuncias y muertes. Y a pesar de todo, la lista sigue, año tras año, sin que nada (o muy poco) cambie en la base de la educación. Los tópicos, los estereotipos, siguen funcionando adaptados a los nuevos tiempos, y muchos no quieren aceptar que en las cosas aparentemente más nimias e insignificantes puede esconderse el monstruo de la estigmatización.
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